Paseando...

Había llegado esa mañana a Odenburg después de haber estado en Londres. Quería disfrutar mis últimos días libres y que mejor que en Alemania. Nunca antes había estado y puesto que me lo podía permitir sin dudarlo dos veces viajé hasta Odenburg.

Me había hospedado en una posada en los límites de la ciudad y tras haber descansado del viaje me vestí. Hacía calor por lo que fui lo más fresco que podía. Ese día había prescindido de su arma, dejándola en en la posada junto con su mochila. Dedicaría sus últimos días libres a pasarlos como cual quier humano. Aun que a leguas podía verse que no era humano, sino más bien un none debido a su contextura intentaría pasar lo menos inadvertido que pudiera.

Miraba con atención aquella ciudad, cada detalle, imaginándose como sería antes de que la mayoría de sus monumentos fueran destruidos. Iba tan en mi mundo que no se dio cuenta que su jefe se encontraba metros más allá y tal fue la sorpresa cuando él me saludó. Giré mi cabeza para mirarlo.
-Buenas. -saludó con su tono educado de siempre.

Encontrarme con mi jefe cuanto estaba en unas pequeñas vacaciones no me afectaba en lo más mínimo y no me importaba encontrármelo. Es más, lo conocía ya desde hace dos años y había llegado a llevarme bien con él, y es más, a veces solíamos tratarnos como viejos amigos. Claro que esto sólo ocurría fuera de trabajo, dentro podría resultar raro y a veces incómodo. Tanto para nosotros como para el resto de compañeros.

-Disfrutando de los pocos días que tengo libres.- respondí con una media sonrisa.- Y que mejor que venir a Alemania.
Eché un rápido vistazo a las calles que nos rodeaban y luego volví a depositar la vista en él.

Su lenguaje ya no me sorprendía como los primeros días, ya me había acostumbrado.
-Sí... supongo que debemos disfrutar de los días libres.- comentó con mi tono educado de siempre, el tono que me habían inculcado mis padres.

-Por supuesto.- dije con una sonrisa después de volver a colocarme el pelo.
Tras la muerte de mis padres Aqueron había sido como un hermanos mayor, y eso se lo agradecía mucho. De ahí se debía en parte todo el respeto con el que le trataba.