Negociaciones inesperadas.

Había viajado a Darwin con el fin de trabajar en un nuevo proyecto tecnológico con un grupo de organizadores situados en Austalia. Se trataba de una nueva arma, más poderosa que cual otra. De momento iba progresando.

Al terminar me dirigí al hotel donde me hospedaba. Con la mochila colgada al hombro donde llevaba el ordenador caminaba por las calles de Darwin.

No había visto a los dos lobos que en esos momentos corrían por las calles. El primer lobo iba en cabeza, estaba bastante lastimado, y al intentar pasar por donde me encontraba fui arrollada por él. La gente corría despavorida, intentando ponerse a salvo de los dos lobos.

Con los ojos abiertos miraba la escena que se representaba delante de mi. Sinceramente no me esperaba aquello de un lobo. Intenté ponerme de pie para ayudar al lobo que me estaba protegiendo de otro, pero me resultó imposible, cuando el lobo me arrolló caí al suelo con tal desgracia de torcerme el tobillo.
Busqué entre mi mochila la pistola que siempre solía llevar encima.

Al ver su señal dejé de buscar la pistola y cerré la mochila. Miré como e lobo se fue y el otro ya en su forma humana se acercó a mi.
-Sí, solo me torcí el tobillo.- expliqué he hice una mueva de dolor cuando me lo tocó.

Me resultaba raro que alguien podría preocuparse por mi. Normalmente siempre solían preocuparse por mi hermana y a mi me dejaban de lado.
-Me hospedo en un hotel, pero no hace falta, puedo yo sola.- dije al mismo tiempo que me ponía de pie.

Cogí aire y di un paso. Ahogué un grito de dolor al apoyar el pie en el suelo. Sabía que no se lo creería, su cara dejaba ver el dolor que sentía.
-Ves.- dijo con una mueca.

Se quedó de piedra al notar que la cargaba, cada vez le resultaba raro que ese chico se preocupara por ella, pero a la vez sintió una gran alegría de no ser marginada por él y aun más por hacerle reí. Era la primera vez que conseguía hacer reír a alguien.
-¡Espera! Mi mochila.- dijo haciendo que él se detuviera. No podía dejar la mochila con e ordenador allí, y mucho menos cuando en e ordenador se encontraba toda la información de la nueva arma

Me senté en la camilla y esperé a que e médico llegara. Cuando entró se quedó mirando a mi acompañante y luego se dirigió a mi. Tras vendarme el tobillo me dio unas muletas, las cuales me servirían de ayuda a la hora de caminar. Cuando e médico se fue miré a chico.
-Gracias.-dije antes de ponerme en pie.

-Eissa Jonson.- respondí.- Y tu eres...- tampoco sabía su nombre.

Me a poyé con una mano a la muleta y la otra la estreché con la suya.
-Igualmente.- respondí y fui a coger mi mochila

Se encogió de hombros y le miró.
-Sí, tampoco es tan difícil.- respondió, pero sabía que él seguiría insistiendo así que finalmente aceptó.- Está bien, pero te recuerdo que no hace falta.- añadió con su tono serio y bajo de siempre.

Caminó ayudándose por las muletas.
-Vine por asuntos de trabajo.- respondió.- ¿Y tú?