Lollipop, Lollipop, ¡oohh! (8) (privado).

Sianne caminaba con lentitud sobre uno de los puentes de uno de los muchos canales que recorrían Venecia. Por un momento se paró a contemplar las abandonadas góndolas, que descansaban sobre las aguas, en las que se reflejaba la hermosa y llena luna; subió su mirada para contemplarla, alargó un brazo como si así pudiera acariciarla, suspiró cerrando el puño de su mano, frustrada, la bajó de nuevo y con la misma mano se quito el flequillo que le tapaba un ojo, echándoselo hacia atrás con gesto impaciente.
Odiaba no poder dormir, pero era lo que había cuando las pesadillas acudían a su mente y el único remedio era ir a dar un paseo, alemejor así lograba despejarse y poder volver, más tarde a su "casa" para poder dormir.
El ligero camisón que llevaba, ondeaba en la dirección del viento, golpeándole la pierna, cosa que le molestaba, frunció el ceño.

A lo lejos oyó una moto, la cual la sobresaltó y provocó que prestasé más atención de la que antes estaba prestando. Atenta, agucé mis oídos, aunque no oyó nada más. Más relajada echó la cabeza hacia atrás, para después girarla. Entonces le vio; su primera reacción fue dar un grito, asustada, la segunda fue entrecerrar los ojos, desconfiada y dudosa, Aqueron siempre le había dado miedo, o le había intimidado; más ahora.
Asentí a su pregunta, sin mediar palabra.

Tragó saliba, observando su nuevo cambio de look, sacudió la cabeza ligeramente, intentando respirar con normalidad. Él se quitó las gafas y clavó su mirada en la de ella, al principio ella fue capaz de mantenersla, pero finalmente bajó la cabeza. Se sentía como un animal que agacha la mirada cuando un animal mayor y más poderoso le mira, volvió a suspirar.

-Yo tampoco...-Comentó con la cabeza gacha.

Al fin se atrevió a alzar la mirada de nuevo, le miró a los ojos, e intentó esbozar una sonrisa, un poco triste, pero al fin y al cabo una sonrisa. Observó sus movimientos un tanto distraídamente, escuchó su pregunta y con un amargo suspiro respondió.

-A nada, pues, a sobrevivir.-Explicó mientras su voz se iba a apagando.

Negó con la cabeza.-Si no pertenezco a C.A.O.S, no pertenezco a nada, además tampoco sería justo, os causé ya mucho daño, para encima que le desvelase vuestros "trucos" por así decirlo, a cualquier otra institución.-Comentó, pasándose la mano por el pelo, en un gesto de cierto nerviosismo.
Un poco más tranquila que antes, me subí con agilidad al ancho borde del puente, quedando sentada.

-Lo se, pero yo no fui la que decidió irse, Aqueron.-Dij con la voz cargada de tristeza. Cada vez que lo recordaba, no podía evitar entristecerse y deprimirse un tanto, cosa que le pasaba día a día y se deprimía día a día un poco más. Volvió a suspirar intentando que sus ojos no se cargaran de lágrimas. Intentó distraerse con el mechero de Aqueron, sin mucho éxito.

-Lo sé, pero no sé que hacer con mi vida... es una puta mierda.-Dijo con voz frustrada, dandoo un puñetazo sobre la piedra.

-Sí, pero no se como, se que debo hacerlo y hacerlo sola... se lo que tiene que pasar para que levante cabeza.-Hizo una pequeña pausa.-Pero no depende de mi... por desgracia.-

Le volvió a mirar, frotándose los ojos, para secárselos ya que estaban llenos de lágrimas.

Agradecida cogió el pañuelo y se secó las lágrimas.-También lo sé.-Medio sonrió.-Pero no sé como evitarlo... a parte hace que me sienta peor y más débil...-Murmuró ciertamente, bastante avergonzada; de hecho sus mejillas se habían tornado coloradas.

Con el pañuelo aún entre las manos, miró a Aqueron, quien se había apoyado en el muro del puente al lado de ella.-No hay más remedio, sino mejor tirarme por un puente.-Rió suavemente, aunque con un deje de pesimismo, impregnado en su suave voz.

-No tengo valor suficiente, Aqueron.-Dijo encontrándose con su mirada y sosteniéndosela con seguridad.

Suspiró sin saber que decir, jugueteando con un mechón de su pelo, a la vez que seguía mirándole a los ojos, un tanto pensativa.

Observó la llama del mechero con bastante interés. El fuego se reflejaba en sus ojos el iluminaba tenuemente su pálido rostro. Dejándose llevar por recuerdos más felices, por su rostro se extendió una sonrisa de añoranza y de esperanza.