Der Himmel über Berlin

Tras mi huida, apenas unas dos semanas atrás, que me habían parecido, años, había conseguido salir de Oldenburg, sin que mis padres me encontrasen. La primera vez que los había vislumbrado buscándome estuve a punto de reunirme con ellos, pero finalmente, rechazó aquella idea, puesto su nueva condición de vampira.
Había llegado a Berlín, sin matar a nadie y milagrosamente sin sed. Había pasado la noche en un edifcio medio derruido y a la mañana siguiente, había vuelto a emprender camino, para salir de Alemania. Con las gafas de sol, puestas ya que me molestaba mucho el sol.
Iba caminando, absorta, sin prestar atención a nada, salvo al suelo que pisaba, que ni me di cuenta del chico que había contemplando el Angel de Berlín.

Noté una mirada a mi espalda y me giré instintivamente. Observé a aquel chico de pelo castaño y ojos azules. Mi reacción siguiente fue la de sonrojarme, bajar la mirada y retomar mi marcha. Pero los pies se me habían quedados anclados al asfalto.

Noté que se quedaba quieta y pensé que tal vez se hubiera perdido o algo así. Me acerqué a ella con una media sonrisa amable.
- Eh, ¿estás bien?

Ladeé la cabeza insegura, cuando se acercó a mí, aunque me relajé ligeramente, cuando sonrío, ligeramente amable.

-Pues, estooo..., podría estar mejor, la verdad.-Contesté, pasándome la mano por el pelo, un gesto bastante común, cuando me estaba nerviosa.

- ¿Estás perdida o algo? - Pregunté ladeando la cabeza. Noté su nerviosismo y parpadeé un par de veces.

-Algo así, aunque más o menos, me situo.-Mascullé y por un momento, me atreví a mirarle a los ojos; aunque rapidamente bajé la mirada.

No sabía que decir, o que hacer, me sentía muy insegura en aquella situación. Aún así no pude evitar fijarme en el alucinante físico de aquel chico, lo cual hizo que me sonrojará aún más.

Noté su sonrojo y me pasé una mano por el pelo, contagiado de su nerviosismo.
- Bueno, pues... si necesitas un guía...

No sabía si llorar o reir, opté por no hacer ninguna de las dos, ya que resultarían, demasiado embarazosas.

Intentando controlar mi nerviosismo, me senté en el suelo, de adoquines y respiré profundamente, antes de contestar:

-Si me sacas de Alemania...-Comenté sin demasiado entusiasmo, con un deje de desesperación, que me sorprendió a mi misma.

Me sorprendió un poco su desesperación. Pero de todos modos sentí que era mi deber ayudar a la chica. Le tendí la mano para ayudarla a levantarse y en parte para presentarme.
- Lucas. Lucas Ross.

Quedé muy sorprendida cuando me tendió la mano, que acepté tras dudarlo unos segundos, que se me hicieron eternos.

-Vale, Lucas.-Comenté incorporándome con agilidad.-Soy Lilian, pero Lili a secas, ¿vale?-Me presenté.

La última frase, sin darme cuenta había sonado un tanto amenazadora, me disculpé de inmediato.

-Lo-l-o siento.-Me disculpé apurada.

Me río suavemente, divertido por su amenaza velada. Desde luego, aquella chica me gustaba.
- Tranquila, si estás conmigo, todo estará bien. ¿A donde quieres ir, entonces?

Me quedé sorprendida, al ver que se había reido; sonreí un tanto desconcertada, aunque agradecida, mostrando una inevitable y dulce sonrisa.

-Muchas gracias...Lucas...-Dije realmente agradecida.-Y...no creo que me quieras acompañar tan lejos...-Dije, ladeando la cabeza.

Me encojo de hombros.
- No tengo nada que hacer, y, la verdad, me gustaría ir contigo, si no te opones, claro.

Le escuché atenta y después con cierta timidez, pregunté.-¿Hasta fuera de Alemania?-Interrogué inquisitiva.

Aún no me había planteado como iba a alimentarle delante de Lucas, sin asustarle, o algo así.

- Sí, hasta donde quieras ir... - Vi en su mirada su inseguridad. - Hombre, si no quieres que vaya, no ire. No quiero molestarte.

Le miré con expresión, de felicidad, pero a la vez de estupor, me precipité a responder lo último que había dicho.

-No, no es eso...me encantaría, que me acompañases...pero hace mucho tiempo que...nadie era tan amable conmigo.-Expliqué volviendo a bajar la mirada.

- Pues, alguien ya vuelve a serlo. - Le tiendo la mano, sonriendo cálidamente.

Me sonrojé; mis mejillas habían alcanzado un rosa-rojo, bastante bochornoso.

-Gr-ac-ias.-Le agradecí sonriendo ampliamente, tomando su mano.

Empecé a caminar a través de la multitud, manteniendo a Lil cogida de la mano, sorteando con agilidad a la peña, que se apretaba como puñeteras sardinitas en lata.

Cogida de la mano de él, avancé agilmente a su lado, con una radiante sonrisa de felicidad, aunque sorprendida, por la multitud de gente, que caminaba por la calle.
Íbamos caminando de la mano, yo muy pensativa, cuando siguiendo un impulso le abracé.

-Muchas gracias.-Volví a murmurar, sonriente.

Me sonrojé violentamente ante el abrazo, aunque lo correspondo, con una sonrisa ladeada y torpe.
- De nada, mujer....

Me doy cuenta de que le estaba abrazando, como unos diez segundos después de estar abrazándole. Mis mejillas se tornaron rojizas, con vergüenza; aunque no le dejé de abrazar, reconfortada.

- ¿Sabes...? - Comento acariciándole el pelo. - Me inspiras instintos de proteccion. - Comento riéndome. Era una estupidez, pero así era.