Viajando a Moscú

Recuerdo del primer mensaje :

Había sido enviado a Rusia para otra misión de la cual tenía que informar de cómo iba avanzando otro grupo de C.A.O.S que se encontraba en Moscú averiguando sobre clanes Sicilianos.

Esa mañana de miércoles había llegado a Moscú con una mochila y bien abrigado, pues unos días antes del viaje me había informado bastante de clima. Y esa semana haría de máximo tres grados, y justamente hoy anunciaban nieve.
Con mi mochila al hombro caminaba por la Catedral de la Asunción.

-¿Puedo preguntar qué es eso? -cuestionó después de terminar de comer, mirándola a ella y a las dos hojas.

Me levanté y me acerqué más a ella.

Miré los trozos de papel. Eran instrucciones de donde se encontraban más armas.
-¿Por qué lo has roto? -pregunté levantando la vista de los trozos. Y con el rabillo de los ojos miró el otro dibujo.

No respondí a eso, simplemente me guardé en le bolsillo los trozos.
-¿Este dibujo quién lo hizo? -preguntó luego.

Escuchó atentamente lo que le contó Aiel.
-Tal vez sentiste cierta atracción hacia él.- comentó mirándola, casi en un murmuro.

Los ojos de Isaac se conectaron con los de Ariel durante unos segundos. Luego él los apartó bruscamente y se alejó de ella.
-Voy a llevar esto a la cocina.- dijo y se llevó los platos.

La razón por la que había apartado los ojos de Aries había sido porque creía que comenzaba a ... no, debía evitarlo.
Cuando terminó de lavar los platos volvió al salón.

Se quedó en medio del salón, de pie, sin moverse. Había olvidado que mañana marcharía, y ahora ella se lo había recordado.
-Mañana en la mañana.- respondió con cierta melancolía no notable. Por alguna razón quería quedarse más tiempo en Moscú.

La miró con desconcierto.
-¿Cómo? -preguntó confuso, tal vez había escuchado mal.

-Aries...-comenzó con voz tranquila.- Yo ahora iré a la base de C.A.O.S. ¿Quieres ir allí conmigo?

-Si vienes conmigo te encerraran.- espeté.

Miró a la chimenea.
-Probablemente que no.- respondió finalmente.