Sobre el Tower Bridge [Ocupado]

Llovía como nunca lo había hecho en Londres y a esto se sumía el fuerte viento. La noche era fría y poca gente se encontraba circulando sobre las calles donde las pocas luces iluminaban la ciudad.
Me encontraba apoyado sobre la barandilla de puente, el cual esta noche había sido cortado debido a la fuerte lluvia que amenazaba Londres. Sólo en aquel sitio me encontraba observando lo poco de la ciudad que la lluvia dejaba ver.
No me importaba mojarme, ni mucho menos la lluvia, es más adoraba los días en que la lluvia hacia acto de presencia.

Esa noche llovía mucho, por lo que me llevé un paraguas, que no serviría de mucho. Además hacía bastante frío, pero no me importaba, porque necesitaba salir. La lluvia me gustaba y esta me ayudaba a organizar mis pensamientos.
Crucé el Tower Bridge lentamente, bajando el paraguas, ya que no me servía de nada, porque ya estaba bastante mojada. Me puse la capucha de mi chaqueta para no mojarme el pelo.

Estiré la mano dejando que las gotas cayeran sobre ellas, con un simple movimiento comencé a hacer espirales con el agua después de cerciorarme de que no venía nadie, o al menos eso parecía. Con la fuerte lluvia era difícil ver a alguien.

Como niño con un juguete nuevo comencé a jugar con las espirales de agua, que cada ves se hacían más grandes. Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro, disfrutando de aquel momento.
Había ido a Londres a disfrutar de, al menos, unos días de tranquilidad. Había aprovechado que no tenía ninguna misión.

No muy lejos vi unas espirales de agua, y al que los hacía. Nunca había visto nada parecido, por lo que me sorprendí. Me acerqué lentamente, observando las espirales que formaba ese chico.
Sonreí por lo sorprendente que eran. Me apoyé en la barandilla, sin dejar de observarlas, que cada vez se hacían más grandes.

Sin percatarme de mi observadora seguí con las espirales hasta finalmente hacer una bola de agua de tamaño mediano. Para terminar aquel pequeño "espectáculo" dejé caer l bola de agua sobre el Támesis donde se mezcló con e agua de este.

Suspiré sin dejar de mirar el río y sentí que alguien me observaba. Me llevé la mano derecha a la empuñadura de mi espada, la cual se encontraba debajo de mi abrigo. Di un rápido vistazo por el Tower Bridge y fue cuando me percaté de la presencia de una joven chica.

-Un poco peligroso andar a estar horas por aquí, ¿no crees? -cuestioné sin soltar la empuñadura de mi espada.

Era fantástico todo lo que hacía. Acabó con una bola de agua, y cuando lo dejó caer en el rio, lo miré. Noté que buscaba algo con la mano, hasta que vi que era una espada. Para mi reacción, saqué mi pistola, heredada de mi madre, y lo apunté.
-No, creo que no.-Dije sécamente.

Miré durante unos segundos aquella chica.
-¿Crees qué puedes conmigo? -volví a cuestionar sin soltar mi espada. Era uno de los más rápidos manejando armas y moviéndome que la C.A.O.S disponía. Y eso era todo un orgullo.

Alcé un poco más la pistola, sin dejar de apuntarlo. Lo miré fijamente.
-Yo de tí bajaría la espada.-Un disparo sería más rápido que la espada.

No me daba miedo una pistola, lo único que quería que esa situación se acabase. Había venido a disfrutar una bien merecidas vacaciones y no a estar luchando.
-Como quieras.- dije finalmente y solté la espada.- Ahora baja tú la pistola.

-Vale.-Dije bajando la pistola. La volví a guardar de donde la había sacado. Me acerqué al chico.

-Si que es peligrosa la Tierra en estos tiempos.- dije pasando una mano por la barandilla. Sabía que antaño las chicas no andaban con pistolas y en cambio ahora no era de extrañar que hasta un niño llevara consigo un arma.
Podía notarse que aquella chica no venía de ninguna raza mutada, sino que era una descendiente de la raza humana que antaño de la catástrofe gobernaba el mundo.

-Y que lo digas...-Dije asintiendo. -Por cierto, soy Emma.-Dije extendiendo mi mano, con una sonrisa. Ese chico parecía de fiar, pura corazonada, pero esperaba que fuera cierta. Y a lo mejor sería de C.A.O.S y todo.

-Un placer Emma. Yo soy Isaac Evans.- dudé por unos instantes si estrechar su mano, pero finalmente lo hice.

-Encantada.-Dije apoyandome en la mojada barandilla, mirando el rio Támesis. -¿Eres de por aquí?-Pregunté unos minutos después.

-No. Soy de España.- respondí sin más.- ¿Y tú? -me giré quedando enfrente de aquella barandilla desde donde se veía la Torre de Londres.

-Tampoco. Yo soy de Francia.-Dije jugeteando con la mano unas gotas que estaban el barandilla.

-¿Y puedo preguntar qué haces por aquí sola? -dije sin apartar la vista de la Torre de Londres.

-Bueno, salí porque necesitaba despejar mi mente.-DIje sin dejar de jugetear con las gotas.

-¿No crees qué es muy peligroso? -volví a preguntar.

-No... Estoy acostumbrada.-Dije mirandolo de reojo. Desde pequeña salía de noche, ya que mis padres tenían que salir de noche, y a veces iba con ellos.

-¿En qué trabajan tus padres? -pregunté curioso, mirándola por fin.

Me sorprendí bastante al oír su respuesta.
-¿Tu también perteneces? -pregunté sacándome la duda de si ella formaba parte o no.

-Sí.-Dije volviendolo a mirar, al notar su sorpresa.

-¿Entraste recién? -pregunté pues en dos años ya que llevaba en C.A.O.S no la había visto.