Sobre el puente de la Santa Trinidad.

Recuerdo del primer mensaje :

La noche era perfecta. Las estrellas brillaban en el cielo junto a la luna llena que esa noche había. Muy poca gente paseaba por las calles de la ciudad de Florencia, por no decir que apenas había gente, lo único que se movía por allí eran parejas, gatos e Isaac.

E reloj que había sobre una esquina marcaban las diez de la noche. No hacía frío por lo que vestía con unos vaqueros, unas zapatillas de lona, una camiseta y encima una sudadera.
Después de Alemania había decidido ir a Italia, exactamente a Florencia. Su jefe le había dado solo tres días más de vacaciones por lo que las terminaría allí. Esa noche había salido a pasear por las calles aprovechando la buena noche que hacía, y en esos momentos se encontraba el puente de la Santa Trinidad sobre el río Arno.

-No.- dijo al oírla.- Ahora no podemos parar, si lo hacemos los sicilianos nos alcanzarán. Además no es nada, solo son rasguños.- cruzaron varias calles. Parecía que los habían perdido, peor no, una docena de sicilianos iban tras ellos.

-Lejos de aqui a ser posible.- respondí pasando por alto sus otros comentarios. - miré hacia atrás, habiamos perdido de vista a los sicilianos. -Podemos coger un tres que nos lleve a las afueras de la ciudad...-dijo y dejó de correr.

Hizo memoria y finalmente recordó donde estaba. Rebuscó en sus bolsillos y encontró algo de suelto.
-Creo que me será suficiente. Vamos antes de que nos encuentren.- la cogió de la mano y a paso rápido se encaminaron hacia la estación.

No respondió, él tampoco sabía que haría después de eso. Todo había ocurrido tan rápido que no tuvo tiempo en pensar en lo que haría más tarde.

Llegaron a la estación de tren, todos los ciudadanos se quedaban mirándolos, su aspecto no era muy bueno que digamos. Una vez en las taquillas Isaac solicitó dos pasajes a Venecia, una vez allí decidiría que hacer.

-Tal vez si nos camufláramos. -sugirió mirando a todas partes, en busca de alguna señal de los sicilianos.

Escuchó su proposición y aceptó.
-Vamos ahora que no hay guardias a la vista.- dijo tras asegurarse que no venía nadie de seguridad.

OFF: DIOS me ha hecho mazo ilusión ver que has respondido jaja

Asentí en silencio y me escabullí entre las personas. Detrás de una columna, nos encontrabamos los dos. En cuanto el tren paró en el carril y se abrieron las puertas, saltamos a un vagón de almacenaje en el que había un montón de heno, sacos de harnina y cajas de frutas. Esperé detrás de la carga hasta que un pequeño hombre cerró las puertas del tren, dejando el vagon únicamente iluminado por una pequeña ventana.

-Isaac -le cogí la mano para que supiera dónde estaba ya que sabía que él no vería tan bien como yo en penumbra- tienes que vendarte esos cortes, tengo algondón y demás en la mochila...